Siempre he considerado muy importante poder tener un interlocutor fiable, inteligente y conocedor de mis exigencias musicales en mis ensayos con orquesta, un segundo oído lejos del podium (ya sea en el patio de butacas o en la orquesta) porque te permite contrastar tus criterios, dudas y referencias en la búsqueda de la mejor música.
Es por ello que desde el principio Jose Herrador fue un interlocutor ideal en esa búsqueda cuando nos conocimos en la ORTVE, no sólo por lo expuesto anteriormente sino porque entendía y conocía muchas de las bases musicales que me guían como el fraseo armónico, los balances sonoros, la volatilidad del tempo dependiendo de la presión vertical sonora y la articulación que le acompaña….. Al principio como violinista avezado, su visión desde dentro de la orquesta fue muy interesante y de gran ayuda. Posteriormente, cuando lo tuve como Director Asistente con mi Orquesta Sinfónica de Bilbao, con la Bergen Philharmonic Orchestra, con la Orquesta Nacional de España, con la Orchestra della RAI di Torino, con la Orquesta Sinfónica de Madrid…… siempre he podido disfrutar con él de una conversación enormemente rica en las verdades, en el análisis de los elementos esenciales que pueden conformar una buena realización musical, cuestionando, preguntando, escuchando con criterio para intentar caminar lo mejor posible por ese camino de imperfección humana que nos acompañará siempre en la búsqueda de la música perfecta.

Tuve conocimiento de José Herrador a través de los comentarios de mi querido hermano, José Luis. En diversas ocasiones enfatizó el mucho cariño que le tenía a «Pepillo» (como él cariñosamente le llamaba), dado lo entrañable de su trato; así como las grandes capacidades musicales de que estaba dotado, esto es, rapidez de aprendizaje y gran intuición musical. Características que, ineluctablemente, le conducirán a obtener magníficos resultados en su carrera musical.
Pude constatar lo acertado de estos juicios tras los cursos que José Herrador realizó conmigo: asimilación de la Fenomenología de mi maestro S. Celibidache, que ya le inculcó mi hermano, así como de su técnica de dirección, aspectos que, considero, he logrado transmitirle con pleno éxito.